Recuerdos de una tierra sin retorno

Es un compilado de momentos, instantes que podrían ser personales, ajenos, pasajeros, reales o fantásticos. Solo disfruta de la lectura y que ese tiempo sirva para que tu mente se relaje y se entregue a la imaginación de los hechos

miércoles, 28 de mayo de 2014

Tonterías pensaba Ella.... mientras miraba a través de la ventana. Se deslizaban como ramificaciones editando dibujos indescifrables las gotas de lluvia, que golpeaban lenta y danzarinamente contra el vidrio de su ventana. ¿Qué buen momento para pensar, pero pensar sobre qué???, y para qué pensar tanto si ya cargaba con su cabeza llena de información, datos que no podría almacenar en ningún sitio. Ella estaba atascada detrás de ese ventanal, sintiendo el repiqueteo de la llovizna y el paisaje desdibujado a través de la ventana traía imagenes borrosas a su mente. Qué hacer, si no tengo un rumbo.....(se preguntaba) Y si yo pensara que voy a encontrar el rumbo, cuándo lo tenga en mis manos e inunde mi mente hacia dónde iría?? Ella no sabía realmente qué buscaba ni lo que quería, debatía entre sentimientos, angustias y anhelos. Qué dilema pensaba y cuánta estupidez!!!! ¿Tanto implicaba pensar qué quería Ella realmente ? Como perdida, su mirada enfocó en la lejanía a través de ese enorme ventanal frío, arruinado por el paso del tiempo, las imagenes externas se desdibujaban con la llovizna, aunque podía ver a lo lejos árboles mecerse y emitir un silbido penetrante porque el viento enfurecido fue oscureciendo el panorama. Hasta que un trueno y luego el estallido de un relámpago la hicieron retroceder unos pasos exaltada, asustada y sorprendida a la vez como si esa descarga hubiese atravezado su corazón y partido su alma por la mitad. Ella ...apoyó su nariz contra el ventanal y el vapor de su respiración cubrió el panorama, ahora estaba sumergida en una nebulosa y tuvo la certeza que mejor sería despojarse de las tensiones de encontrar un rumbo y tan solo cerrar sus ojos para sentir como las gotas golpeaban los cristales como si impactaran como pequeños pinchazos en su interior. Y así dejarse llevar..., sin razonar profundamente, sin replantearse espacios; tan solo el silencio y la llovizna. Pocos momentos únicos valen la pena en la vida para dejar que nuestro cerebro deje de maquinar y maquinar y maquinar y sólo dejarse llevar por ese momento mágico que solo puede ofrecerte la naturaleza.

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